Eres un friki de Slam Dunk si...
Te has teñido el pelo de rojo.
De repente te interesa la NBA y has empezado a jugar a baloncesto.
Te das cuenta de que eres un completo inútil para el baloncesto, pero de todos modos te has aprendido todas las reglas.
“¡¡FNGH!!” se ha convertido en una expresión común en tu habla diaria.
Sabes de memoria todas las distintas formaciones de cada instituto (con los nombres completos y posiciones) y el resultado de cada uno de los partidos de la serie.
Has comenzado a ponerle apodo de animales (en su mayoría simios y primates) a la gente que no te cae bien.
Te quedas dormido cuando vas en bicicleta pero sales completamente ileso al chocar.
Todos los días mandas un e-mail a la página de Takehiko Inoue, rogándole que continúe Slam Dunk, aunque jamás va a poder entender tu castizo español.
Tienes el molesto hábito de preguntarle a cuanta persona alta se te cruce “¿Te gusta el baloncesto?”
Piensas gastarte todos tus ahorros en un viaje a Kanagawa pensando que así finalmente podrás ver un partido real del Shohoku.
Te escapas de clase para dormir en la azotea del instituto.
Vas a todos los partidos de baloncesto que puedes, llevando siempre una libreta para anotar cada cosa irrelevante que ves (y luego gritas “¡¡¡Dato anotado!!!”)
Realmente piensas que los jugadores japoneses son mejores que los profesionales de la NBA.
Tienes serios problemas a causa de tu manía de golpearle la barriga o darle cachetes a la papada a cuanta persona gorda que se te cruza.
Cada vez que una chica rechaza a alguno de tus amigos no se te ocurre nada mejor que tirarle confeti y soplar una turuta.
Incluso después de una complicada operación para reconstruir tu cráneo, piensas que dar cabezazos a las paredes o al suelo sigue siendo una forma lógica de expresar tu enfado.
De repente te interesa la NBA y has empezado a jugar a baloncesto.
Te das cuenta de que eres un completo inútil para el baloncesto, pero de todos modos te has aprendido todas las reglas.
“¡¡FNGH!!” se ha convertido en una expresión común en tu habla diaria.
Sabes de memoria todas las distintas formaciones de cada instituto (con los nombres completos y posiciones) y el resultado de cada uno de los partidos de la serie.
Has comenzado a ponerle apodo de animales (en su mayoría simios y primates) a la gente que no te cae bien.
Te quedas dormido cuando vas en bicicleta pero sales completamente ileso al chocar.
Todos los días mandas un e-mail a la página de Takehiko Inoue, rogándole que continúe Slam Dunk, aunque jamás va a poder entender tu castizo español.
Tienes el molesto hábito de preguntarle a cuanta persona alta se te cruce “¿Te gusta el baloncesto?”
Piensas gastarte todos tus ahorros en un viaje a Kanagawa pensando que así finalmente podrás ver un partido real del Shohoku.
Te escapas de clase para dormir en la azotea del instituto.
Vas a todos los partidos de baloncesto que puedes, llevando siempre una libreta para anotar cada cosa irrelevante que ves (y luego gritas “¡¡¡Dato anotado!!!”)
Realmente piensas que los jugadores japoneses son mejores que los profesionales de la NBA.
Tienes serios problemas a causa de tu manía de golpearle la barriga o darle cachetes a la papada a cuanta persona gorda que se te cruza.
Cada vez que una chica rechaza a alguno de tus amigos no se te ocurre nada mejor que tirarle confeti y soplar una turuta.
Incluso después de una complicada operación para reconstruir tu cráneo, piensas que dar cabezazos a las paredes o al suelo sigue siendo una forma lógica de expresar tu enfado.
* extraído del tomo 18 de Slam Dunk (versión española, publicada por Ívrea)
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